El sueño se hizo realidad... Estación de Penitencia 2018
Texto : Mario Crespo
Fotografías: Javier García Serrano
483 días, ni uno más ni uno menos. 483 días separan el 25 de
marzo de 2018 del 26 de noviembre de 2016. Aquella fría y lluviosa tarde de
invierno en los salones de AVESAL los hermanos decidieron por unanimidad que el
#SueñoAzul debía tener fecha de efecto. Todos los allí presentes registraron en
sus corazones las palabras con las que el Hermano Mayor cerró el Cabildo; “Se
aprueba por unanimidad el proyecto de misión. Si Dios quiere el Domingo de
Ramos del 2018, María Santísima de la Caridad y del Consuelo se incorporará a
la Estación de Penitencia”.
483 días después, se cumplía lo aprobado y soñado. Antes,
muchas horas de trabajo, muchísimas. Silenciosas, desconocidas y alejadas de
miradas han dado forma al sueño hasta convertirlo en lo que todos vivimos el
domingo. El patrimonio humano de la Hermandad es inmenso. Sin ellos nada sería
posible. Por todo ello ¡GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS!
La ilusión era enorme. Todo estaba preparado. La expectación
en la Plaza de las Agustinas era máxima. Bullicio de día grande. En el interior
del templo, recogimiento. Las emociones son casi incontrolables al poner la
mirada sobre ellos. Un Domingo de Ramos más pero distinto, parece mentira pero
allí están el Señor, el de la dulce mirada y su Bendita Madre esperando para
cruzar el dintel de la puerta de La Purísima juntos por primera vez ¡Ahí es
nada!
A la hora prevista Álvaro, muy bien escoltado, llama a la
cofradía. Todo está listo. Salen los primeros nazarenos y el paso del Señor
comienza a buscar la puerta. Cuando casi la está acariciando se detiene. Llama
Oscar a sus hombres. Esta levantá va por ellas. Por las camareras. Cuatro
ángeles que se han desvivido durante meses para que la Señora luciera esplendida
-¡Al cielo!- Suena el Himno Nacional para recibir a Jesús Despojado. En un día
tan especial no se quedó atrás el Señor. Majestuoso avanzó por la abarrotada
Calle Compañía que una vez más lo arropó en su camino anual a la Catedral.
Cuando Jesús Despojado miraba de reojo la Casa de las
Conchas, se cumplía el sueño. Poco a poco iba asomando el palio de María
Santísima de la Caridad y del Consuelo que fue recibido entre aplausos y
lágrimas por un pueblo que la esperaba ansioso. Antes, en el interior de La
Purísima, el recuerdo para el compañero que falta. Tito a buen seguro disfrutó desde
su balcón del cielo.
Bellísima la Madre de los despojados, cautivó a todos al verla
bajo palio, sin terminar, más bien casi sin comenzar. No queda nada… pero ya se
sabe pasito andao, pasito ganao y en
ello estamos.
Cuando María se encuentra cara a cara con la Calle Compañía
una lluvia de pétalos acaricia el palio. Mientras la otra lluvia, la que quiso
asomarse sin estar invitada obligó a tomar precauciones y a recortar el camino
de ida por la Rúa. No importó el cambio, la ciudad abarrotó igualmente las calles.
No hay palabras para agradecer a Salamanca el cariño que todos los años muestra
por nuestros Sagrados Titulares.
Ya en el interior de la seo, la razón de todo. Por primera
vez realizamos Estación de Penitencia con María Santísima de la Caridad y del
Consuelo. Un momento histórico y que quedará para la posteridad gracias a la rúbrica
de todas las autoridades y representantes presentes en una orla realizada al
efecto. Antes de comenzar el camino de vuelta, parada obligada en la capilla de
Nuestra Señora de la Soledad, que nos recibe con los brazos abiertos.
Llega el momento de volver. La puerta del obispo se abre, la
noche cae sobre la ciudad y este año todo de frente en busca de la revirá de
Calderón de la Barca con Libreros. Emoción y recogimiento a la vez, la estampa
que da Libreros y el paso por el Patio de Escuelas mágico. Las bandas se
embriagan del momento y empalman una marcha con otra. Chicotá eterna, caen los
kilos pero saben a gloria…
De nuevo en la Rúa, esta vez el giro es a izquierdas. Nada
más entrar en ella una voz rota le canta al Señor. Avanza la cofradía y se abre
un pequeño claro en las aceras en Juan del Rey. La gente se arremolina en
Doctrinos. Nadie quiere perderse el momento. No se concibe ya un Domingo de
Ramos sin pasar por ella.
Se hace el silencio, roto por la voz del capataz y el sólo
de tambor. Los costaleros, obedientes, juntan los talones y poco a poco
racheando libran la estrechez.
Esto se acaba. Último relevo y a afrontar la Plaza de las
Agustinas. Avanza Jesús Despojado a los sones de La Expiración que guarda para
el final “las gordas” se escucha
entre el público. Paso corto, casi sobre los pies, no quieren los costaleros
que esto se acabe pero poco a poco acompañado de una gran ovación el Señor entra
en La Purísima.
Mientras, su Madre aguarda en un segundo plano aún en
Doctrinos. Todas las miradas la buscan y cuando completaba la mitad de la plaza
una mujer le canta a la madre, no le cabe más emoción al momento, o eso
creíamos. Al terminar de cantar la saeta, los de Alba se arrancan con Sueño Azul ¡Casi nada!
El momento entrada indescriptible. Alegría por haber
cumplido y vivido el sueño y pena de que se acabe ¡ojo! Por este año. Porque el
sueño continúa. El despertador que ha supuesto este 25 de marzo nos anima a
seguir trabajando, a seguir poniéndole ilusión, amor, cariño y empeño. Los
cimientos están, ahora toca levantarlo y
seguir soñando…